La asamblea está enraizada en la historia de España desde tiempos inmemoriables, vinculada a procesos populares y comunitarios, vecinales, en muchos casos asociadas a la «gestión del común».
Desde la irrupción del 15-M y el ciclo global de las plazas 2011, la asamblea es un imaginario poderosísimo, vinculado al 99%, los de abajo y la gente, con su espacialización en el territorio.